El Obispo Salvador Rangel, un obispo católico retirado conocido por mediar entre carteles de drogas en México, fue secuestrado brevemente pero luego localizado y hospitalizado. El obispo desapareció el sábado, lo que provocó preocupaciones por parte del liderazgo de la iglesia, que apeló a sus captores por su liberación. Fue encontrado por el Consejo Mexicano de Obispos, pero las circunstancias de su liberación y la gravedad de sus lesiones no fueron divulgadas.
Las indicaciones iniciales sugieren que podría haber sido un secuestro exprés, un rapto rápido que generalmente implica demandas de rescate más bajas. Rangel, anteriormente obispo de una diócesis violenta en Guerrero, buscó negociar acuerdos de paz entre carteles rivales. El secuestro resalta los riesgos que enfrentan los funcionarios de la iglesia en áreas dominadas por carteles.
Los obispos instaron a los captores a permitir que Rangel acceda a sus medicamentos debido a su precaria salud. El partido responsable del secuestro sigue siendo incierto, con varios carteles violentos operando en la región. Si hubiera sido lastimado, habría sido el crimen más significativo contra un alto funcionario de la iglesia desde 1993.
Los esfuerzos de los obispos para mediar entre carteles buscan reducir la violencia, con algunos casos de éxito en el pasado. El presidente López ha expresado su aprobación de tales conversaciones, pero los críticos argumentan que refleja el fracaso del gobierno para enfrentar a los carteles de manera efectiva.
La participación de la iglesia en las negociaciones refleja la falta de confianza en la protección gubernamental entre los ciudadanos. Las treguas entre carteles son frágiles y a menudo se rompen debido a la traición y los acuerdos incumplidos, según Rangel.
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